Ya ha pasado un día de la noticia del año, extradeportivamente hablando. Ayer, a eso de media tarde, el presidente del Real Madrid anunciaba la destitución de su director deportivo y mano derecha durante sus dos proyectos en el club: Jorge Valdano.

Pese a que Valdano desmintiera que no iba a dejar el club o que no había una mala relación con Mourinho, la diversidad de opiniones era evidente. Decía ayer que trató de solucionarlo –dando la razón a los que creían en que había una guerra interna–, que habló con Florentino para convocar una reunión entre presidente, entrenador y él, pero que no fue posible. Mourinho lo tenía claro, no quería solucionar nada y quería total libertad de movimientos en el club. Y así ha sido. Al presidente le tocó ayer dar la cara por él, echar al que ha sido su hombre de confianza y su amigo. Para ello, dijo que el club necesitaba progresar y que está situación se lo impedía. También insinuó que quería usar el modelo inglés de General Manager, en el que el entrenador es el que se encarga de los fichajes y de organizar la plantilla sin director deportivo de por medio.
A Valdano le ha tocado agachar la cabeza, perdiendo una guerra en la que había decidido no entrar. El madridismo, cegado por los gustos de Mourinho, no lo lamenta en absoluto y está al cien por cien con el técnico luso. Ahora dicen que Valdano estará unos meses sin hablar porque no quiere dañar la imagen del club. Cuando vuelva a aparecer en escena, escucharemos su opinión al respecto y su punto de vista de cómo se ha desarrollado lo sucedido.
Miguel Ángel García
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