Dejando de lado la mala visión que se tiene en España de los árbitros, hay un colegiado que crea controversia en los partidos que pita. Su arbitraje es plato de buen gusto para muchos entrenadores, incluido Mourinho, aunque su estilo puede ser desesperante para los aficionados.
Antonio Miguel Mateu Lahoz nació el 12 de marzo de 1977. Es árbitro del Colegio valenciano, y empezó a ejercer de colegiado profesional a partir de 1992, siendo auxiliar durante este primer año. Su evolución desde ese año ha sido imparable. Un año en Segunda Regional, tres en Primera Regional, dos en Regional Preferente, tres en Tercera División, dos en 2ªB y cuatro en la Segunda División. Su verdadero salto como árbitro lo dio en 2008, ya que fue su primera temporada en Primera. Por tanto, es un árbitro que lleva muy pocos años en la máxima categoría del fútbol español, y además es el colegiado más joven de Primera. Pero, pese a la posible inexperiencia que se pueda creer que tiene, Mateu Lahoz ha sido recientemente designado como árbitro internacional.
Aparte de esta biografía, Mateu destaca por su forma de pitar. Dentro de la gran parte de subjetividad que hay a la hora de considerar si una determinada acción es falta o no, este árbitro ha decidido asumir un criterio diferente al que se utiliza en el fútbol español. Su estilo se caracteriza por pitar muy pocas faltas, tan solo las evidentes. Esta visión liberal se acerca a la del fútbol inglés, con la intención de dejar jugar lo máximo posible. Pero, ¿cuáles son las consecuencias de arbitrar así?
En cuanto a la calidad de su arbitraje, muchos dicen que cuanto menos falta pite, menos se equivoca. Particularmente no comparto esta opinión, ya que si no pita una falta que es clara, también se está equivocando. El caso es que pone el listón muy alto, y la consecuencia de esto es una contradicción: Esta costumbre de dejar jugar mucho en principio es buena para el fútbol. Pero, con el listón tan arriba -también tiene que subir el de las amonestaciones y las expulsiones- puede fomentar, de alguna manera, que los jugadores actúen con mayor brusquedad, ya que saben que pitará pocas faltas.
Otro aspecto negativo podría ser que la dificultad de mantener ese criterio todo el partido. Todos los árbitros están sometidos a muchas presiones, y si jugadores y público piden faltas continuamente, esa presión puede hacer cambiar su criterio, dejando en evidencia su visión.
Además, no sabemos si esto molesta a la Federación Española de Fútbol y al resto de árbitros. Quizás a algunos les incomoda que no todos sigan el mismo criterio. Incluso a Mateu Lahoz ya se le conoce como 'el árbitro inglés'.
No obstante, el arbitraje de Mateu también tiene sus cosas buenas. Es positivo si se busca que la figura del árbitro sea menos necesaria. Si todos los futbolistas se dedicasen a jugar al fútbol, no tendrían que haber tantas como faltas como hay. En algunos partidos el árbitro parece un policía, tanto por las veces que utiliza el silbato, como por su figura de vigilante.
Particularmente pienso que una 'camada' de árbitros como Mateu sería positiva, aunque para que el estilo de arbitraje del colegiado internacional dé sus frutos, también hace falta otra 'camada' de jugadores -y por qué no periodistas- más deportivos.
Sergio Vázquez Jodar
El Iniestazo en Twitter
1 comentario:
A veces se pitan demasiadas faltas, pero tampoco es bueno dejar jugar al límite de la legalidad (para mi jugar al límite de la legalidad es jugar ilegalmente). Me gusta que no se piten contactos cuerpo a cuerpo, pero las patadas son falta y punto. Si no se sancionan perjudican al equipo que ataca y benefician al que defiende.
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