El inicio del nuevo milenio no trajo buena suerte al F.C. Barcelona. Desde la temporada 1998/1999, los culés no consiguieron un título liguero hasta seis años después. El Barça divagaba por la Liga y se instalaba a la sombra del eterno rival, el Real Madrid. Si el aficionado barcelonista quería tener una pequeña chispa de esperanza, tenía que echar un vistazo un poco más abajo, en el fútbol base, exactamente en el cadete.
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El cadete prodigioso en la 2001/2002 |
Entre 2001 y 2003, esa chispa estalló con la
generación del 87. Durante esos dos años se empezó a fraguar un ilusionante
futuro, que ahora se ha convertido en un glorioso
presente.
Piqué,
Cesc y
Messi, los tres nacidos en 1987, lideraron al cadete durante esos dos años. Después, un tal
Wenger vino a por Fàbregas y se lo llevó al Arsenal. Ocho años después el de Arenys ha vuelto a formar una sociedad letal con Messi, ambos resguardados por un gran muro defensivo como es Piqué. Esta generación del 87,
culpable de muchos éxitos del actual Barça, tuvo un lunar llamado
Víctor Vázquez. El catalán
despuntaba más que Messi, y parecía ser el jugador llamado a liderar esa generación, pero las
lesiones se cebaron con él y actualmente se tiene que conformar con ser una pieza clave en el esquema del
Brujas belga.
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Thiago y Cuenca entran en los planes de Pep |
Será muy difícil volver a encontrar una generación culé dispuesta a toserle a la magnífica camada nacida en 1987. Pero ya hay grupos de chavales que empiezan a destacar y tienen dos puntos en común: El primero, que forman parte de la
cantera barcelonista; el segundo, que nacieron el mismo año.
Oriol Romeu,
Thiago e
Isaac Cuenca coinciden en ambas. Nacidos en 1991, los tres están empezando a ser nombres habituales en los periódicos deportivas. Por un lado, Thiago empieza a asentarse en el equipo
titular de Guardiola, y Cuenca está aprovechando las
oportunidades que le da el técnico de Santpedor, más aún con la baja de David Villa. Oriol Romeu, por otra parte, decidió hacer las maletas rumbo a Londres, tal y como lo hizo Cesc, aunque en este caso el destino de Romeu fue el Chelsea. Medio año después de su llegada, el centrocampista se ha ganado la confianza de Villas-Boas y es
fijo en esa posición de ancla entre la defensa y el ataque. Los tres son futbolistas que están contando con minutos, y que además siguen en
progresión cuando apenas acaban de cumplir los
20 años.
Tal y como pasó en la generación del 87, hay un jugador que prometía mucho y al final se ha quedado en poco. Se trata del israelí Gai Assulin, propiedad ahora del Manchester City, quien lo ha cedido al Barnsley de la segunda división inglesa. Aparte de esta coincidencia, ¿la generación del 91 será la columna vertebral del Barça dentro de unos años? ¿Volverá Oriol Romeu a la que fue su casa, tal y como lo hizo Cesc?
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