El pasado 21 de julio de 2011, el Fenerbache y el Shaktar Donetsk se enfrentaron en un partido teóricamente amistoso, con los turcos como locales. Al finalizar el encuentro, se produjo una invasión de campo impropia de la categoría de partido que se había disputado, aunque común por aquellos lares. Esta invasión fue castigada por la Federación turca con el cierre del Sükru Saracoglu durante dos partidos.
Ayer se jugó el Fenerbache-Manisaspor, encuentro en el que teóricamente los canarios amarillos tenían que cumplir la sanción. Sin embargo, la organización que dos meses atrás castigó al Fenerbache, cambió hace unos días la sentencia: el partido no se iba a jugar sin público en las gradas, sino que estas iban a estar ocupadas por mujeres y niños de hasta doce años.
Y así fue. El pintoresco partido empezó con un acto en el que los jugadores de los dos equipos lanzaron flores a las aficionadas que ocupaban el estadio, entre las que estaban sus familiares. Por el aspecto de las gradas -41.000 personas-, el gran ambiente vivido y las declaraciones del capitán del Fenerbache, se intuye que la iniciativa fue todo un éxito. “Recordaré siempre esta noche. No es normal ver tantos niños ni mujeres en el campo”, afirmó Alex de Souza.
Sin embargo, a pesar del apoyo recibido por las hinchas, el Fenerbache no pasó del empate ante un equipo teóricamente menor, tal y como lo demuestra la clasificación de la liga turca.
Pero lo realmente importante es que ayer se demostró que el fútbol puede ser vivido de otra manera, una idea que tiene que introducirse en Turquía. Se puede animar, pero no hace falta utilizar la violencia. Las mujeres dieron toda una lección a los hombres.
Sergio Vázquez Jodar
Sergio Vázquez Jodar
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