En 1999, Manchester United y Bayern de Múnich fueron los elegidos para disputarse el trono europeo. Los ingleses llegaban a la cita tras vencer en semifinales a la Juventus. Los alemanes por su parte buscaban su cuarto título en dicha competición. El escenario era el perfecto para una final, el Camp Nou. El árbitro fue uno de los más conocidos de la historia, Pierluigi Collina. Solo faltaba ver qué eran capaces de demostrar ambos equipos.
Tras los típicos minutos de respeto mutuo en una final, el Bayern se encontró con el 0-1 muy temprano. Corría el minuto 5 cuando, tras un contraataque, Jancker fue parado con un empujón en el borde del área. El ‘14’ del conjunto alemán, Basler, fue el encargado de botar la falta. Tras un aclarado de sus compañeros decidió mandar el balón al lado del portero danés Schmeichel, que no fue capaz de reaccionar. A partir de este momento el conjunto de Ferguson empezó a dominar la posesión, pero sin crear ningún peligro. Es más, los alemanes aprovecharon los fallos defensivos de los ingleses para crear varias jugadas de peligro en algunos contraataques. Con este guión, y sin ocasiones claras, se llegó al descanso.
La segunda parte fue muy similar. El Manchester dominó y atacó con más corazón que cabeza. Las ocasiones se sucedían para los ingleses, sobre todo tras el ingreso en el campo de Sheringham y Solskjaer. Pese a eso, el Bayern también tuvo dos ocasiones muy claras que solo los palos evitaron que se convirtiesen en gol. El final llegaba, y David Beckham se disponía a lanzar el enésimo córner del partido. Corría el minuto 90 y Schmeichel subía al remate buscando un empate épico. El inglés lanzó el balón al segundo palo y tras un ligero barullo la defensa alemana logró despejar el balón. Pero dicho rechace no fue bueno, y Giggs estaba esperando en la frontal del área para lanzar un balón que Sheringham, muy cerca de portería, tocó haciendo inútil la estirada de Oliver Kahn.Con 1-1 el Bayern veía como se le escapaba una ventaja que habían aguantado durante 85 minutos. Es por eso que los alemanes quedaron muy tocados, y por el contrario el Manchester vio sus opciones. Y así fue, en el último minuto del descuento llego el segundo gol, culminando así una remontada histórica. Al igual que el primero, el gol vino por un balón botado desde la esquina por Beckham que fue peinado por Sheringham y finalmente rematado por Solskjaer.
Este tremendo mazazo en apenas tres minutos hizo que esta final pasara a la historia. Además para el Manchester supuso el triplete de liga, copa y copa de Europa, tan solo logrado hasta ese momento por Celtic (1967), Ajax (1972) y PSV (1988). Y aquí empezó gran parte del mito del eterno Sir Alex Ferguson en el banquillo del Manchester.
David Santos Merino
El Iniestazo en Twitter
No hay comentarios:
Publicar un comentario