martes, 22 de noviembre de 2011

La semilla del odio

Martins le dedica el gol a su hijo
Minuto 60. Martins marca un gol de rabia y de testosterona que es celebrado por todo el estadio de Los Cármenes con gran emotividad, y no solo porque adelante al Granada en el marcador. Pero poco después, todo ese sentimentalismo desaparece cuando un paraguas impacta en Xavi Aguilar, asistente de Clos Gómez, quien decide suspender el partido de manera totalmente acertada. Dos días después de este incidente, se da por hecho que el paraguas no fue lanzado, sino que se le escapó a un joven que presenciaba el partido. Probablemente nunca sepamos a ciencia cierta lo que sucedió, pero el objetivo de este artículo no es descubrirlo. Si este domingo se trató de un accidente, otro día será de forma intencionada.

"Cafre", suelen catalogar a los agresores muchos de los medios deportivos que hace unos meses se refugiaban en el Villarato, o los que ese mismo día empezaban su edición con un "manita al Madrid", con motivo del posible penalti cometido por Higuaín. Hipócritas. Todo esto es fruto de vuestra continua satanización de la figura del árbitro. Sois los principales responsables de todas estas agresiones, los ejecutores solo son vuestra representación radicalizada. Sois los primeros que no respetáis al colegiado, una de las personas que menos se equivoca durante un partido de fútbol. Tal y como dijo ayer mismo Iturralde, "ahora es muy fácil decir: hay un cafre suelto, pero el descrédito y sembrar la semilla del odio hacia esta profesión es un hábito extendido".
Un ejemplo de las campañas de ambas cavernas

Qué sencillo es criticar un fallo desde una silla y después de ver cinco repeticiones, en lugar de estar rodeados de miles gargantas clamando contra él y de 22 jugadores que tratan de engañarle continuamente. Obviamente que hay árbitros mediocres, pero también hay jugadores que no dan la talla en nuestros respectivos equipos. Lo que no puede ser es que el colectivo en general se vea satanizado, y todos los árbitros solo reciban críticas. El respeto que merecen se debe infundir desde los medios, y no solo cuando son víctimas de una agresión.




Sergio Vázquez Jodar


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